viernes, 30 de noviembre de 2007

Imaginación y fantasía son parte de la realidad

La escritora catalana Ana María Matute ha obtenido el Premio Nacional de las Letras Españolas 2007, que reconoce el conjunto de la labor literaria, en cualquiera de las lenguas del Estado, de un autor español. Este galardón, concedido por el Ministerio de Cultura y dotado con 30.000 euros, está considerado el más importante de este género después del Premio Cervantes. Reproducimos parte de su discurso al ser incorporada en la Academia Española de Letras.



(…) Siempre he creído, y sigo creyendo, que la imaginación y la fantasía son muy importantes, puesto que forman parte indisoluble de la realidad de nuestra vida.

Cuando en literatura se habla de realismo, a veces se olvida que la fantasía forma parte de esa realidad, porque, como ya he dicho, nuestros sueños, nuestros deseos y nuestra memoria son parte de la realidad. Por eso me resulta tan difícil desentrañar, separar imaginación y fantasía de las historias más realistas, porque el realismo no está exento de sueños ni de fabulaciones..., porque los sueños, las fabulaciones e incluso las adivinaciones pertenecen a la propia esencia de la realidad.

Yo escribo también para denunciar una realidad aparentemente invisible, para rescatarla del olvido y de la marginación a la que tan a menudo la sometemos en nuestra vida cotidiana.

Porque escribir, para mí, ha sido una constante voluntad de atravesar el espejo, de entrar en el bosque. Amparándome en el ángulo del cuarto de los castigos, como apoyada en algún silencioso rincón del mundo, me vi por vez primera a mí misma, avanzando fuera de mí, hacia alguna parte a donde deseaba llegar. Hacia una forma de vida diferente, pero certísima, aunque nadie más que yo la viera. En las sombras surgía, de pronto, la luz; recuerdo que ocurrió un día, al partir entre mis dedos un terrón de azúcar y brotar de él, en la oscuridad, una chispita azul. No podría explicar hasta dónde me llevó la chispita azul: sólo sé que todavía puedo entrar en la luz de aquel instante y verla crecer. Es eso lo que me ocurre cuando escribo (....)

Porque escribir es, qué duda cabe, un modo de la memoria, una forma privilegiada del recuerdo; yo sólo sé escribir historias porque estoy buscando mi propia historia, porque acaso escribir es la búsqueda de una historia remota que yace en lo más profundo de nuestra memoria y a la que pertenecemos inexorablemente.

Escribir es como una memoria anticipada, el fruto de un malestar entreverado de nostalgia, pero no sólo nostalgia de un pasado desconocido, sino también de un futuro, de un mañana que presentimos y en el que querríamos estar, pero que aún no conocemos, una memoria anticipada, más fuerte aún que la nostalgia del ayer, nostalgia de un tiempo deseado donde quisiéramos haber vivido.

La literatura es, en verdad, la manifestación de ese malestar, de esa insatisfacción expresada de tantas maneras como escritores existen; pero también es, sobre todo, la expresión más maravillosa que yo conozco del deseo de una posibilidad mejor.

Para mí, escribir es la búsqueda de esa posibilidad. Una búsqueda, sin duda. Y, a veces, hasta feroz. Algo parecido a una incesante persecución de la presa más huidiza: uno mismo. Esta búsqueda del reducto interior, esta desesperada esperanza de un remoto reencuentro con nuestro "yo" más íntimo, no es sino el intento de ir más allá de la propia vida, de estar en las otras vidas, el patético deseo de llegar a comprender no solamente la palabra "semejante", que ya es una tarea realmente ardua, sino entender la palabra "otro". Es el camino que un escritor recorre, libro tras libro, página tras página, desde lo más íntimo a lo más común y universal. Sólo así lo personal se vuelve lícito. (...)

Ana María Matute

http://www.elarcadigital.com.ar/modules/revistadigital/articulo.php?id=114

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Certezas del más allá

Lo propio del ser humano es buscar. Buscar materialmente, buscar intelectualmente, buscar aquello que necesita y no tiene. Buscar casi como el tigre que sabe que o se mueve o no encuentra subsistencia. El ser humano es un ser buscador por instinto, por naturaleza. Lo eran nuestros ancestros cuando vivían de la recolección y de la caza, y lo somos nosotros, humanos del siglo XXI que exploramos el espacio y rebuscamos hasta en el rincón más íntimo de nuestra propia mente.

Astronautas del alma, hemos vagado durante siglos por universos internos buscando la razón de nuestros sentimientos, y en eso aún estamos. Hemos puesto cimientos en la mente y en ellos hemos fundamentado con soberbia todos nuestros saberes y creencias. Con soberbia, sí, ignorantes antaño a la fuerza y hoy día de buen grado, de que cuanto vivimos son espacios mentales edificados sobre la roca viva de nuestra naturaleza corpórea, mutante y limitada.

Y hemos construido ahí nuestro Babel, en nuestra propia mente, con cuantos materiales hemos ido encontrando en el camino a lo largo de la vida personal y colectiva. Casas, palacios, templos y esa torre de soberbia en la que cada cual quiere salvarse de perecer ahogado en el abismo profundo del no saber. Y hemos creado dioses a la medida de esos templos que previamente alzamos. Y los hemos vestido con ropajes verbales para que nadie vea que no son reales sino tan solo fantasías de nuestra humana mente.

Y a todo esto, quién sabe si un ser impensable, desde un espacio quizá inexistente, observa atentamente su creación y dentro de ella a ese ser imperfecto que lentamente va construyendo a través de milenios y milenios mediante continuas imperceptibles variaciones en los genes. Y quien sabe también si, con un sentido del humor infinito y eterno no se ríe de este disparate, de este esperpento que camina y actúa con ignorado desconocimiento de su absoluta realidad de juguete animado en este cosmos creado o no por vete a saber qué. ¿Quién sabe eso?

Pues no, no lo sabemos. Pero hablamos de Dios, y lo nombramos. Y sin saber nada de él o de ello lo imaginamos y lo pensamos como una criatura. Y lo afirmamos con fe ciega o lo negamos ciegamente también, con la misma certeza en uno y otro caso. Limitación humana, ignorancia, necedad de necedades, que es la base sobre la que se asienta la vanidad.

Lo triste es que sobre esa roca firme de estulticia edificamos los humanos nuestra vida en común. Seres gregarios, necesitamos compartir nuestras certezas con otras muchas gentes desquiciadas afines para sentir que estamos en el recto pensar, que somos fuertes, indestructibles por los demás mortales, enemigos supuestamente a la fuerza, como si otra posibilidad no hubiera que la de enemistarse y atacarse.

Ateos y creyentes sientan cátedra. Guerra santa y necesariamente a muerte, pues no caben los unos y los otros en este estrecho mundo de las ideas que cada vez va estando más en poder de quienes nada piensan, de quienes sin más dios ni más idea que su propio egoísmo destruyen cuanto tienen a su alcance, empezando por la propia conciencia, para llenarse el vientre, como las bestias y refocilarse con los excrementos de su necia inteligencia.

– ¡Ay Dios, si existes, qué incomprensible eres! Haces y deshaces universos y mundos y necias criaturas, y los sumerges en nebulosas de placer y sufrimiento, como si un mago fueras animando la nada. Para tu complacencia supongo, porque no es que lo sepa. Si no fuese yo un mortal como otro cualquiera, con una mente limitada, con una visión ciega de cuanto está fuera de mi estrecho universo, alzaría mis ojos hacia ti y te pediría clemencia. Clemencia y Luz para esta Humanidad de estúpidos y primitivos mortales de la que formo parte. Pero no está a mi alcance esta plegaria porque ¿cómo rogarte si no sé si existes más allá de mi mente? Mejor me postro ante el misterio y guardo silencio.

Pepcastelló

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jueves, 29 de noviembre de 2007

Es hora de panes...

Es hora de panes en la boca
color en el papel
y ríos en los surcos
marcados por la sed.

Hora de ir juntos,
mano en mano
como hermanos y hermanas
a descubrir la esencia
de las cosas buenas
y poner una flor
justo en la mira
con que apunta el fusil.

Hora de declarar a la mar
más valiosa que el oro
y retomar de una vez
lo bellamente humano
que habita en nuestro verbo.

Hora de componer a coro
un himno a la existencia.

Hora de alentar la luna
hasta la tibia redondez
de su vieja ternura.

Hora de seguir los rumbos
de Cristo.

Hora de sacarnos
el alma del bolsillo
y ponerla en las alas del grillo
cuando le canta su verdad
al mundo.

Iris María Landrón Bou


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Sensibilidad Holística

Hoy el nuevo paradigma cosmológico nos habla del holismo, es decir la capacidad de participar en el concierto del todo, de la totalidad.

Como habla Edgar Morin: "el todo está en la parte y la parte está en el todo". Nuestros cuerpos integrados en el gran cuerpo del universo, miembros solidarios en esta gran aventura que es vivir.

Ante cierta prepotencia de los enunciados hoy sugerimos la humildad de las metáforas para explicar la realidad desde la perspectiva holística.

- Metáfora de la vida como SINFONÍA: organización de la diversidad de nuestras voces vitales en una voz colectiva. Todas somos claves y cada una interconectada con la otra ofrece el regalo de la armonía.

- Metáfora de la vida como RETAZO: ¿Conocen un gran mantel de retazos? Cada retazo en sí no representa nada, sino en relación con el conjunto.

- Metáfora de la vida como VIAJE: diversidad de caminos que se encuentran. Hay viajes como el de Ulises hacia Itaca, con la nostalgia del regreso y la añoranza del retorno.

Hay viajes como el de Abraham, hacia delante en la confianza (Heb. 11,8).

Hay viajes como el de los magos: la ida por un camino y el regreso por otro diferente a la luz de la estrella.

Hay viajes como el de la Vida Religiosa, creando caminos, atentas a las llamadas. Hay viajes....¿Cuál es nuestro viaje?

Metáfora de la vida como un ENTRELAZADO DE REDES: la vida un gran tejido, más que un universo, el multiverso, como dice Raymond Panikar.

Espacios relacionales conectados desde abajo dando cauce a la energía vital que nos habita. El vivir en redes nos enseña que no somos unos sobre otros, sino unos tejidos al lado de otros.

Vidalogía

http://www.sapiens.ya.com/vidalogia/index10.htm

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Religión y fantasía


Xavier Pikaza, uno de los teólogos actuales más reconocidos de España, al comentar en su blog del día 27 de noviembre un texto de los evangelios apócrifos, hace una brillante reflexión sobre el papel de la fantasía en la religión.

Transcribo aquí el texto porque creo que arroja luz sobre el punto de encuentro que buscamos en nuestra PLATAFORMA.


“Para situar mejor el tema, ofrecí ayer ocho funciones de la religión: experiencia, conocimiento, comunidad, praxis, mística, historia, salvación y poder… Tiene, también otras, como dije. Entre ella está la función de la fantasía, es decir, de la imaginación. No es la única, no puede separarse de otras funciones (de historia y conocimiento, de compromiso práctico y culto…), pero es muy importante y colorea de algún modo todas las restantes.

El hombres es muchas cosas: cuerpo y alma, sentidos e inteligencia, razón y sentimiento… Entre todas ellas destaca la imaginación o fantasía, que ha sido devaluada a partir de los racionalismos filosóficos y religiosos del siglo XVI. La ciencia actual es seca, la religión es racionalista, en el plano de pensamiento (dogma) y de acción (regulación ética). Hemos mutilado la fantasía y con ella hemos secado las fuentes de la religión. Por eso, en gran parte, porque la religión ha dejado de alumbrar las fuentes de la fantasía, corremos el riesgo de perder la religión (y otros valores de la vida humana).

La fantasía está vinculada con todo: con la experiencia y con la sabiduría, con la historia y con la mística, con la salvación y los poderes de la vida… Una religión sin fantasía se halla muerta. Pues bien, la fantasía (o, si queréis, la imaginación) se sitúa entre el puro sentido externo y la razón pura. Los sentidos no bastan para que un hombre sea humano, tampoco el puro entendimiento. En esa línea, el hombre es un ser que “inventa”, es decir, que descubre y proyecta la realidad. ¡Cómo lo sabía T. Varron, buen romano, al hablar de las tres religiones: poética, política, racional! ¡Cómo lo sabía el Kant de la “Crítica del juicio (estético)”, tan olvidado! ¡Cómo lo sabían los cardenales de las fantasías de colores y de templos del barroco!

El ser humano es un animal de fantasía: la suerte de la vida le ha ofrecido como herencia y casa la obligación de tantear y edificar su habitación o campo de existencia a través de la cultura… pero de una cultura en que va tanteando, proyectando, creando mundos significativos….En esa línea, el conocimiento del hombre es creador en la medida en que se abre a nuevos espacios imaginativos, que nos permiten encuadrar y comprender lo que sabemos, para actuar mejor…

Sólo en la medida en que las religiones sean capaces de crear “imaginarios colectivos” pueden responder a la búsqueda del hombre y dar sentido a su camino… En ese sentido, bien planteados, los mismos “dogmas” pertenecen al campo de lo imaginario, más que de lo puramente racional (en sentido técnico o científico); son símbolos, no argumentos. Creo que la tragedia de la religión actual, al menos en occidente, es que ha dejado de producir fantasías, es decir, mundos imaginarios que permitan sentir y comprender la realidad.

En esa misma línea, la historia fundante de una religión como la cristiana sólo es verdadera en la medida en que es capaz de suscitar espacios imaginarios en los que se proyecta la realidad fundante de la historia (en este caso, de Jesús) y el sentido de los grandes valores de la vida, abriendo caminos de esperanza. Lo malo no es la imaginación, sino las malas imaginaciones… Lo malo no es la fantasía, sino la manipulación de fantasías… al servicio de mundos ya pasados o de poderes externos. No se puede ir en contra de la fantasía… pero hay que regularla. Tiempos como los nuestros, corren el riesgo de hundirse en fantasías pequeñas, vulgares, de “Gran Hermano”, en vez de abrirse a fantasías enormes, como las que están en el fondo de la Biblia (o del Ulises de Homero)”.


Comentario

Para mí, este texto pone de relieve que toda religión es fantasía; pero no una fantasía frívola, sino una fantasía que nace de raíces profundas, de raíces antropológicas universales. El mito perdura porque no es una historieta entretenida sino una aspiración profundamente humana.

Si religión es relacionarse con Dios, y Dios es inexpresable en conceptos humanos, la religión sólo puede aproximarse con imaginaciones que nacen de sentimientos profundos, con sugerencias sin pretensión definitoria ni exclusivista. La imaginería religiosa –de cualquier religión, de cualquier nivel místico o popular- no es verdadera ni falsa, sino camino que conduce o que aleja del amor que trasciende el egoísmo.

Estamos en un cambio de era y de paradigma cognoscitivo y social. Los viejos símbolos -desgastados por la evolución cultural o por las interpretaciones egoístas- van perdiendo su relación con lo significado. Necesitamos renovar la imaginería religiosa para buscar en nuestro interior las intuiciones profundas de los grandes fundadores; intuiciones que coinciden más que las explicaciones que han pretendido desarrollarlas.

Cambios necesarios para expresarnos y para ofrecer nuevos símbolos a quienes, desilusionados, caen en la banalidad. Cambios, pero respetando la conciencia y la imaginación de quienes todavía se sienten ligados a aquellos símbolos.

Gonzalo Haya

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Paulo Freire: un educador para el siglo XXI

En la sociedad del 'fin de las ideologías', del individualismo, del vertiginoso aumento de la riqueza y de la pobreza, Freire habla hasta sus últimos escritos de esperanza, liberación, utopía y amor y, sobre todo, de lucha y no resignación.

Freire es uno de los padres de la pedagogía crítica. En una etapa científicamente positivista plantea que la ciencia no puede ser neutra, ni el científico tampoco. En la sociedad del “fin de las ideologías”, del individualismo, del vertiginoso aumento de la riqueza y de la pobreza, Freire habla hasta sus últimos escritos de esperanza, liberación, utopía y amor y, sobre todo, de lucha y no resignación. Esto es lo que caracteriza su vida y su pensamiento, que como él mismo reconoce ha ido evolucionando con el paso de los años y las circunstancias históricas, pero sus ideas eje siguen siendo, para nosotros, de total actualidad.

INTRODUCCIÓN

Estamos en una nueva etapa histórica denominada Sociedad de la Información. Esta etapa supone un cambio cualitativo respecto a la Sociedad Industrial a la que sustituye, cambio que puede sintetizarse en el nuevo papel que el conocimiento adquiere como elemento productivo frente a otros como la energía, las materias primas, o la mano de obra (Gago, 1995). Como consecuencia, se aprecian cambios en todas las dimensiones de la vida social, desde la laboral (p.e. necesidad de trabajadores cualificados), familiar (p.e. nuevos tipos de familias y relaciones) y, por supuesto, la educativa (necesidad de formar en nuevas competencias adecuadas a las nuevas exigencias sociales). Dentro del mundo de la educación, también merece ser destacado el papel de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (TIC´s) como agentes educativos cuya presencia es cada vez mayor.

Como consecuencia de lo anterior, podemos afirmar que, ya entrados en el siglo XXI de la “globalización”, las exigencias de la sociedad a la educación son distintas a las de épocas pasadas, tanto en lo que se refiere a nuevos aprendizajes (se incrementa la necesidad del aprendizaje de idiomas, dominio de las nuevas herramientas electrónicas y alfabetización informática, formación en competencias para la acción laboral, social y personal más que formación de eruditos, …) como procedimientos (capacidad de planificación, supervisión y revisión de la propia acción, aprender a aprender, …) y a valores y actitudes (respeto por la diversidad cultural, pensamiento crítico y creativo, aprender a lo largo de toda la vida, …)

Es evidente que los centros educativos deben cambiar para estar a la altura de las circunstancias, para ser instituciones educativas del siglo XXI que sean respuesta a las necesidades y a las personas que van a vivir en el futuro y no instituciones pensadas para necesidades y personas del pasado.

Esta reforma se está viviendo, a veces, con desasosiego e incertidumbre en todas las etapas del Sistema Educativo, desde la escolaridad obligatoria donde las reformas se suceden cada vez más rápidamente, hasta la Educación Universitaria donde la creación del Espacio Europeo de Educación Superior está suponiendo un replanteamiento de los objetivos y metodologías de enseñanza.

En momentos de cambio como los que estamos viviendo (y que previsiblemente serán cambios continuos) no está de más tener fundamentos sólidos, principios educativos a los que agarrarse, una formación básica profunda desde la que abordar con sensatez los desafíos sociales y educativos que los nuevos tiempos están planteando a la escuela y a la educación en general.

Paulo Freire es una de esas fuentes a la que podemos (y debemos) acercarnos en busca de principios educativos desde los que abordar la reflexión y la acción transformadora de la educación. Y no como una opción más, sino que su aportación es clave para los nuevos retos educativos que se avecinan (que ya están entre nosotros) y a los que no se puede hacer frente más que desde una actitud dialógica, tanto de las propias relaciones de los centros educativos con su entorno (familias, barrio, ciudad,…) en un proceso de transformación de las escuelas, como del propio proceso de aprendizaje que se lleva a cabo dentro y fuera de las aulas. Para afrontar estos retos, Freire es una referencia obligada.

Por tanto, y a pesar de que hay quien sigue pensando que Freire es un autor que tuvo su razón de ser en los años 60 y 70 del siglo pasado, pero que en la actualidad ha sido superado por otras nuevas aportaciones de autores más recientes, en este artículo vamos a defender y argumentar acerca de la actualidad y de la vigencia de las ideas de Freire.

BREVE RESEÑA BIOGRÁFICA

Paulo Freire nace en 1921 en Recife (Brasil). Cuando tiene 8 años su familia tiene que emigrar a Jaboatao, allí muere su padre, experimenta el hambre y comprende el hambre de los demás. Consigue entrar en la Facultad de Derecho de Recife con 22 años, y poco después se casa con Elza, profesora de Primaria. Él que siempre creyó en la fuerza de la familia nos dice (INODEP, 1976: 21):

“Como tenía una irresistible vocación de padre de familia, me casé a los 22 años, con Elza Maia Costa Oliveira de Recife, hoy Elza Freire, católica como yo. Con ella continué el diálogo que había aprendido con mis padres. Tuvimos cinco hijos. Tres niñas y dos muchachos, gracias a los cuales el campo de nuestro diálogo se amplió”

Deja la abogacía, sin apenas haberse estrenado en ella, e ingresa en la División de Educación y Cultura de la administración brasileña. Desde esta nueva situación empieza a implicar a las familias en la escuela y aumentar la connotación política de esa presencia. Entabla contacto con la educación de adultos y ve la necesitad urgente de alfabetización.

Obtiene el título de doctor en Filosofía de la Educación, da clases en la universidad, participa en la fundación del Movimiento de Cultura Popular y crean los Círculos de Cultura que se extienden rápidamente por toda la región. Su método de alfabetización fue probado y elaborado a partir de experiencias prácticas. El movimiento de educación de base patrocinado por el episcopado brasileño tomó el “método Freire” como línea programática hasta la dictadura (Assmann, 2007).

Con el golpe militar de 1964 fue destituido de sus cargos, encarcelado y posteriormente exiliado en Bolivia, trasladándose después a Chile, siempre acompañado de su mujer y sus hijos. En este país escribe “La pedagogía del oprimido” y trabaja para los gobiernos de Frei Montalba y Allende. Da clases en la Universidad de Santiago y en Harvard.

A lo largo de los años 70 asesora a diversos países africanos en sus programas de alfabetización (Tanzania, Guinea-Bissau, Angola, Mozambique,…). Recoge esta experiencia en el libro “Cartas a Guinea-Bissau” escrito en 1977.

Después de 15 años de exilio vuelve a Brasil y se instala en San Paulo. Años más tarde pasa momentos muy duros con la muerte de Elza, su esposa durante 42 años.

Vuelve a casarse con Nita (Ana María Araujo), viuda como él, maestra, pedagoga y escritora. Se plantea, junto a ella, nuevos retos. En 1989 le hacen Secretario de Educación de Sao Paulo (el municipio más poblado de Brasil con 17 millones de habitantes) con el Partido de los Trabajadores, en cuya fundación había participado. Dos años después deja el cargo y vuelve a la docencia en la Universidad Católica de Sao Paulo y a escribir. Muere en esta ciudad en 1997 a los 76 años de edad.

La labor de Freire es reconocida en vida a través de numerosos premios y homenajes, entre ellos, 35 títulos de doctor Honoris Causa y candidato al Novel de la Paz en 1993. Su influencia en el pensamiento pedagógico actual y en las experiencias educativas han sido y siguen siendo muy importantes en todo el mundo.

ACTUALIDAD DE PAULO FREIRE

Freire es, sin duda, uno de los pedagogos más importantes del siglo XX y nos deja un legado de ideas y prácticas que todavía no han sido ni estudiadas con la profundidad que se merecen, ni han impregnado nuestra práctica profesional como el paso de los años irá haciendo. Freire fue una persona adelantada a su tiempo, y seguirá siendo novedoso para nosotros por muchos años.

Como señalábamos más arriba, en este escrito queremos hacer una relectura de las ideas fuerza que han marcado el pensamiento de Freire y que siguen siendo, bajo nuestro punto de vista, de gran actualidad.

1 La educación no es ajena a la realidad sociopolítica.

Precursor de la pedagogía crítica, crea una pedagogía global que relaciona educación, política, imperialismo y liberación, y que gran parte de los educadores todavía debemos descubrir.

Considera que la afirmación de que las cosas son así y que no pueden ser de otra manera es una concepción fatalista del mundo, e implicaría que los pobres y excluidos estarían destinados a ser ignorados, a morir. Sin embargo afirma en una de sus últimas obras (Freire, 2002: 26):

“Es preciso que la debilidad de los débiles se transforme en una fuerza capaz de instaurar la justicia. Para ello es necesario un rechazo definitivo del fatalismo. Somos seres de transformación y no de adaptación”

No podemos renunciar a nuestra capacidad y a nuestro derecho a decidir y como consecuencia a “reinventar el mundo”. El objetivo del ser humano es protagonizar su historia, y la educación debe contribuir a que ello sea posible.

2. Aprendizaje dialógico.

El aprendizaje dialógico (“nadie ignora todo, nadie sabe todo”) que nos plantea el autor, es mucho más que un aprendizaje significativo. Es una acción global que permite a los sujetos descubrirse a sí mismos y tomar conciencia del mundo que les rodea (Freire, 2006). Desde esta perspectiva, el pensamiento de Freire no sólo tiene en cuenta al sujeto como constructor del conocimiento, situación reclamada por las corrientes constructivistas, sino que valora también la importancia del contexto social. La unidad dialéctica entre aprender-enseñar, introduce una perspectiva sociocrítica en el proceso de conocer (estamos mediatizados por el mundo) y hace de la comunicación entre sujetos el instrumento para la apropiación de un conocimiento activo y crítico.

3. Revolución cultural.

Dice Freire que “toda revolución, si es auténtica, es necesariamente una revolución cultural” (Freire, 1970: 167). La liberación de un país exige su liberación cultural, para entender lo que está sucediendo, descubrir el origen del problema, y ser capaz de organizarse para buscar respuestas.

El centro del trabajo de Freire está orientado a la liberación de las clases pobres, los oprimidos, de forma que se conviertan en sujetos de su propio destino histórico, pues la condición de opresión en la que han vivido les ha distorsionado su visión alrededor de su identidad lo que los ha incapacitado para construir su propio destino y además han sido condenados al silencio porque no conocen la escritura.

La educación no puede ser abordada como un problema técnico, puesto que es allí donde se desarrolla la concienciación crítica de las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales en las que viven las sociedades.

Sin duda fue el pedagogo de la esperanza. Nunca consideró la esperanza como una separación entre mente y corazón, entre pensamiento y acción. La esperanza es la práctica del testimonio. Permite pensar de forma diferente para actuar, también, de forma diferente

4. Creencia en la persona.

Obsesionado por el analfabetismo creyó en los hombres que algunos colocaban fuera de la historia, en su libertad, en su poder de creación y de crítica.

Políticamente no cree en las reformas de los políticos poderosos como medio de resolver los problemas. Se mantuvo fiel a sus raíces, a la llamada de su gente, orientando correctamente su corazón y su mirada en el rostro del que sufre y transformándose progresivamente en el pedagogo de la indignación. Creía que nadie que no fuesen los mismos pobres, van a velar por los intereses de los pobres.

La valoración del hombre se ve en el término alfabetizando en lugar de analfabeto. Nadie es analfabeto para siempre y todos somos alfabetizandos, somos personas que estamos en continua formación, estamos en movimiento, estamos andando, estamos aprendiendo.

Sabe, sin embargo, que la persona (también el pobre) es capaz de lo mejor y de lo peor, de luchar solidariamente por la justicia jugándose su propia vida, y de acomodarse en lo conseguido de forma individualista. Por eso siempre defenderá el trabajo conjunto, donde la dialéctica colectiva se abre paso.

“El hombre solo se expresa convenientemente cuando colabora con todos en la construcción de un mundo común; sólo se humaniza en la construcción dialógica de la humanización del mundo.” (Freire, 1970: 14)

Ante la actual actitud de pragmatismo existente, que en realidad es un camino cerrado a la mejora de las cosas “yo quiero pero no puedo”, “no se puede hacer nada”, “las cosas van a seguir siempre igual”, ”que lo hagan lo poderosos”,… Freire habla de lo inédito viable, es la creencia en la utopia. Los hombres tienen diferente actitud ante las situaciones límite de la vida personal y social, ante las barreras y obstáculos que se presentan. Unos las perciben como algo que no se puede o que no se quiere superar, otros son capaces de hacer “actos límite” para romper las “situaciones límite”, en contra de lo que nos dan hecho y a su aceptación dócil y pasiva.

Unos actúan aprovechando las pequeñas oportunidades y parcelas de poder que el sistema nos brinda para sobrevivir, otros ven que las circunstancias hay que cambiarlas, se sienten movidos a actuar y a descubrir lo inédito viable, lo que todavía no es pero puede existir (la utopía). Es algo que nuestra ilusión y nuestro deseo nos pide que sea posible. Así que cuando las personas conscientes quieren, reflexionan y actúan para derribar las situaciones límite que nos obligan a “ser menos”, lo inédito viable deja de ser una ilusión para ir convirtiéndose progresivamente en realidad.

5. El poder del amor.

Otro aspecto a destacar es su insistencia, sin ninguna vergüenza, en la importancia del poder del amor. El amor es la característica esencial para el diálogo, por eso se tiene que dar siempre entre iguales, y no en relaciones de dominación; en la Pedagogía del Oprimido (p. 72) podemos leer:

“No hay diálogo si no hay un profundo amor al mundo y a los hombres. No es posible la pronunciación del mundo, que es un acto de creación y recreación, si no existe amor que lo infunda. (…) El amor es un acto de valentía, nunca de temor; el amor es compromiso con los hombres. Dondequiera exista un hombre oprimido, el acto de amor radica en comprometerse con su causa. La causa de su liberación. Este compromiso, por su carácter amoroso, es dialógico”.

El amor siempre instaura un proyecto político. Pues un amor por la humanidad desvinculado de la política hace un flaco favor a su objeto. El amor es el oxígeno de la revolución, nos dirá, que nutre la sangre de la memoria histórica. El diálogo es el medio a través del cual el amor puede ser el testigo que nos transmiten quienes han sufrido y luchado antes que nosotros, aquellos que lograron resistir a todos los intentos de exterminar y retirar de los anales de las conquistas humanas su espíritu de lucha. El amor lleva a la identificación con el dolor de los oprimidos.

6. Educación bancaria y educación liberadora

Entiende por educación bancaria aquella en el que el profesor es el que sabe y los alumnos tienen que aprender lo que no saben. Negando la educación como proceso de búsqueda. “Será siempre el maestro quien tome la actitud paternalista de dar, ofrecer, transmitir lo que hay que saber, sea necesario o no, interese o no al alumno (…). Se impide dotar al aprendizaje del gozo del descubrimiento, de la experiencia” (Hernández, 2006: 45)

La educación se entiende como un depósito que los alumnos reciben pacientemente, memorizan y repiten. Esto supone una concepción de la cultura cosificada, como algo ya hecho, encasillado y delimitado.

La educación liberadora por el contrario la entiende como educar al hombre en libertad, y por tanto exige la creación de personas responsables. Nadie tiene el saber total y nadie es un ignorante absoluto. Todos aprendemos de todos si estamos abiertos a ello.

Los conocimientos nuevos, deben llevar a hacerse preguntas (educación problematizadora). Educación con el educando y no para el educando, como nos han venido proponiendo las leyes de educación de la democracia española. Educandos y educadores se distancian del mundo para analizarlo mejor, y posteriormente volver a él. Se trata de una pedagogía que nos invita a analizar y transformar el mundo.

7. Concientización-acción

Para Freire alfabetizar es concientizar, crear y recrear colectivamente lecturas del mundo. Y concientización es aprender a reflexionar, junto con los demás, acerca del mundo tal como es experimentado.

La alfabetización es un modo de lectura y transformación del mundo. Es parte de un concepto más amplio, el de ciudadanía, democracia y justicia, un concepto global y transnacional

El hombre llega a personalizarse reflexionando sobre lo que es y le está pasando. Será más libre cuanto más consciente sea. Del análisis de sus circunstancias concretas podrá entender la situación global. Esta dialéctica local-global, concreto-abstracto es fundamental para articular la reflexión en acciones que afecten a la raíz de los problemas, no solo a sus consecuencias. Cuando esto pasa se empieza a crear cultura. La cultura es una creación del hombre, no así la naturaleza que se nos regala. La cultura es la aportación que el hombre hace a la naturaleza transformándola en un esfuerzo con los otros hombres.

Igual que crea la cultura, va construyendo la historia, es decir, una serie de respuestas que los hombres dan a los desafíos que encuentran en la naturaleza en los otros hombres y en su proceso de relación, o sea, en las estructuras sociales.

8. La palabra

Se requiere una filosofía de la educación que piense desde el oprimido y no para el oprimido. Una educación encaminada a romper la cultura del silencio, una educación concebida como una acción cultural dirigida al cambio, a través de la concienciación de las personas, cuyo primer alcance es lograr que las personas aprendan a pronunciar sus propias palabras y no a repetir las palabras de otros. Por medio de la comunicación legítima, a través del diálogo, el individuo se transforma en sujeto constructor de su propia historia.

La liberación de los oprimidos supone una revolución, a través de “tomar la palabra”. Con el dominio de la palabra el hombre se hace hombre. Debe asumir su propia palabra responsablemente en la comunidad humana. De esta forma toma parte en la construcción del mundo humanizándolo. La persona crece en el diálogo con el mundo y con los demás.

Devolverles la palabra a los oprimidos (al pueblo) requiere de una institución escolar democrática y centrada en el educando, que estimule la formación de una conciencia crítica en él, impulsora de transformaciones sociales.

CONCLUSIÓN

Para concluir y a modo de resumen de todo lo anterior, queremos señalar de manera telegráfica las aportaciones, que a nuestro juicio, siguen siendo propuestas innovadoras para profundizar en la pedagogía de Freire y que hoy, más que en momentos históricos anteriores, siguen siendo de gran actualidad en el quehacer educativo universal y de nuestro país, que vive un momento educativo de gran pragmatismo entre los educadores:

- Respeto hacia el educando y su saber. Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo

- El reconocimiento de la realidad del educando como punto de partida y principio en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

- La importancia del diálogo como recurso pedagógico. Enseñar exige saber escuchar

- La ciencia y la tecnología deben estar al servicio de la humanización del hombre

- Su pensamiento pedagógico es un pensamiento político. Dedicando su vida a los pobres allá donde estuvo trabajando (como maestro, como político, como filósofo y escritor, como asesor internacional, como profesor universitario…)

- Hombre de utopía: cree en el cambio social, en la capacidad transformadora del hombre, en una cultura responsable, creadora de personas libres. El hombre es el máximo valor, que es capaz de luchar, de acomodarse y de traicionar

- Importancia de la palabra, que hace al hombre, hombre; y que lleva al proceso dialógico, y éste conlleva un proceso de escucha

- El amor siempre instaura un proyecto político, porque lleva a la identificación con el dolor de los oprimidos. “La libertad, sin la cual no podemos ser, no es una donación, es una conquista”

REFERENCIAS

Assmann, H: Bibliografía de Paulo Freire.

http://www.servicioskoinonia.org/biblioteca/general/FreirePedagogiadelOprimido.pdf.

[on line]. Consultado 2007-09-10

Freire, P. Pedagogía del Oprimido. Buenos Aires: Siglo XXI, 1970

Freire, P. La naturaleza política de la educación. Barcelona: Paidós, 1990

Freire, P. A la sombra de este árbol. Barcelona: El Roure, 2002

Freire, P. Cartas a quien pretende enseñar. Mexico: Siglo XXI, 2005

Freire, P. El grito manso. Buenos Aires: Siglo XXI, 2006

Gago, A. El comercio mundial de la tecnología. Madrid: Voz de los sin voz, 1995

Hernández, L.E. Paulo Freire. Madrid: Fundación Emmanuel Mounier, 2006

INODEP. El mensaje de Paulo Freire. Madrid: Marsiaga, 1976

Mayte Gómez del Castillo Segurado

http://www.solidaridad.net/noticias.php?not=4813


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El Jesús que secuestraron los emperadores

“¿Quien me presta una escalera
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?”

Antonio Machado.


Hace unos días el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se refirió a Jesús como el más grande socialista de la historia. No me interesa aquí hacer una defensa o un ataque de su persona. Sólo quisiera hacer algunas observaciones sobre una típica reacción que causaron sus palabras por diversas partes del mundo.

Tal vez decir que Jesús era socialista es como decir que Tutankamón era egipcio o Séneca era español. No deja de ser una imprecisión semántica. Sin embargo, aquellos que en este tiempo se han acercado a mí con cara de espantados por las palabras del “chico malo” ¿lo hacían en función de algún razonamiento o simplemente en función de los códigos impuestos por un discurso dominante?

En lo personal, siempre me ha incomodado el poder acumulado en un solo hombre. Pero si el señor Chávez es un hombre poderoso en su país, en cambio no es él el responsable del actual orden que rige en el mundo. Para unos pocos, el mejor orden posible. Para la mayoría, la fuente de la violencia física y, sobre todo, moral.

Si es un escándalo imaginar a un Jesús socialista, ¿por qué no lo es, entonces, asociarlo y comprometerlo con la cultura y la ética capitalista? Si es un escándalo asociar a Jesús con el eterno rebelde, ¿por qué no lo es, en cambio, asociarlo a los intereses de los sucesivos imperios —exceptuando el más antiguo imperio romano? Aquellos que no discuten la sacralidad del capitalismo son, en gran número, fervientes seguidores de Jesús. Mejor dicho, de una imagen particular y conveniente de Jesús. En ciertos casos no sólo seguidores de su palabra, sino administradores de su mensaje.

Todos, o casi todos, estamos a favor de cierto desarrollo económico. Sin embargo, ¿por qué siempre se confunde justicia social con desarrollo económico? ¿Por qué es tan difundida aquella teología cristiana que considera el éxito económico, la riqueza, como el signo divino de haber sido elegido para entrar al Paraíso, aunque sea por el ojo de una aguja?

Tienen razón los conservadores: es una simplificación reducir a Jesús a su dimensión política. Pero esta razón se convierte en manipulación cuando se niega de plano cualquier valor político en su acción, al mismo tiempo que se usa su imagen y se invocan sus valores para justificar una determinada política. Es política negar la política en cualquier iglesia. Es política presumir de neutralidad política. No es neutral un observador que presencia pasivo la tortura o la violación de otra persona. Menos neutral es aquel que ni siquiera quiere mirar y da vuelta la cabeza para rezar. Porque si el que calla otorga, el indiferente legitima.

Es política la confirmación de un statu quo que beneficia a una clase social y mantiene sumergida otras. Es político el sermón que favorece el poder del hombre y mantiene bajo su voluntad y conveniencia a la mujer. Es terriblemente política la sola mención de Jesús o de Mahoma antes, durante y después de justificar una guerra, una matanza, una dictadura, el exterminio de un pueblo o de un solo individuo.

Lamentablemente, aunque la política no lo es todo, todo es política. Por lo cual, una de las políticas más hipócritas es afirmar que existe alguna acción social en este mundo que pueda ser apolítica. Podríamos atribuir a los animales esta maravillosa inocencia, si no supiésemos que aún las comunidades de monos y de otros mamíferos están regidas no sólo por un aclaro negocio de poderes sino, incluso, por una historia que establece categorías y privilegios. Lo cual debería ser suficiente para menguar en algo el orgullo de aquellos opresores que se consideran diferentes a los orangutanes por la sofisticada tecnología de su poder.

Hace muchos meses escribimos sobre el factor político en la muerte de Jesús. Que su muerte estuviese contaminada de política no desmerece su valor religioso sino todo lo contrario. Si el hijo de Dios bajó al mundo imperfecto de los hombres y se sumergió en una sociedad concreta, una sociedad oprimida, adquiriendo todas las limitaciones humanas, ¿por qué habría de hacerlo ignorando uno de los factores principales de esa sociedad que era, precisamente, un factor político de resistencia?

¿Por qué Jesús nació en un hogar pobre y de escasa gravitación religiosa? ¿Por qué no nació en el hogar de un rico y culto fariseo? ¿Por qué vivió casi toda su vida en un pueblito periférico, como lo era Nazareth, y no en la capital del imperio romano o en la capital religiosa, Jerusalén? ¿Por qué fue hasta Jerusalén, centro del poder político de entonces, a molestar, a desafiar al poder en nombre de la salvación y la dignidad humana más universal? Como diría un xenófobo de hoy: si no le gustaba el orden de las cosas en el centro del mundo, no debió dirigirse allí a molestar.

Recordemos que no fueron los judíos quienes mataron a Jesús sino los romanos. Aquellos romanos que nada tienen que ver con los actuales habitantes de Italia, aparte del nombre. Alguien podría argumentar que los judíos lo condenaron por razones religiosas. No digo que las razones religiosas no existieran, sino que éstas no excluyen otras razones políticas: la case alta judía, como casi todas las clases altas de los pueblos dominados por los imperios ajenos, se encontraba en una relación de privilegio que las conducía a una diplomacia complaciente con el imperio romano.

Así también ocurrió en América, en tiempos de la conquista. Los romanos, en cambio, no tenían ninguna razón religiosa para sacarse de encima el problema de aquel rebelde de Nazareth. Sus razones eran, eminentemente, políticas: Jesús representaba una grave amenaza al pacífico orden establecido por el imperio.

Ahora, si vamos a discutir las opciones políticas de Jesús, podríamos referirnos a los textos canonizados después del concilio de Nicea, casi trescientos años después de su muerte. El resultado teológico y político de este concilio fundacional podría ser cuestionable. Es decir, si la vida de Jesús se desarrolló en el conflicto contra el poder político de su tiempo, si los escritores de los Evangelios, algo posteriores, sufrieron de persecuciones semejantes, no podemos decir lo mismo de aquellos religiosos que se reunieron en el año 325 por orden de un emperador, Constantino, que buscaba estabilizar y unificar su imperio, sin por ello dejar de lado otros recursos, como el asesinato de sus adversarios políticos.

Supongamos que todo esto no importa. Además hay puntos muy discutibles. Tomemos los hechos de los documentos religiosos que nos quedaron a partir de ese momento histórico. ¿Qué vemos allí?

El hijo de Dios naciendo en un establo de animales. El hijo de Dios trabajando en la modesta carpintería de su padre. El hijo de Dios rodeado de pobres, de mujeres de mala reputación, de enfermos, de seres marginados de todo tipo. El hijo de Dios expulsando a los mercaderes del templo. El hijo de Dios afirmando que más fácil sería para un camello pasar por el ojo de una aguja que un rico subiese al reino de los cielos (probablemente la voz griega kamel no significaba camello sino una soga enorme que usaban en los puertos para amarrar barcos, pero el error en la traducción no ha alterado la idea de la metáfora).

El hijo de Dios cuestionando, negando el pretendido nacionalismo de Dios. El hijo de Dios superando leyes antiguas y crueles, como la pena de muerte a pedradas de una mujer adúltera. El hijo de Dios separando los asuntos del César de los asuntos de su Padre. El hijo de Dios valorando la moneda de una viuda sobre las clásicas donaciones de ricos y famosos. El hijo de Dios condenando el orgullo religioso, la ostentación económica y moral de los hombres.

El hijo de Dios entrando en Jerusalén sobre un humilde burro. El hijo de Dios enfrentándose al poder religioso y político, a los fariseos de la Ley y a los infiernos imperiales del momento. El hijo de Dios difamado y humillado, muriendo bajo tortura militar, rodeado de pocos seguidores, mujeres en su mayoría. El hijo de Dios haciendo una incuestionable opción por los pobres, por los débiles y marginados por el poder, por la universalización de la condición humana, tanto en la tierra como en el cielo.

Difícil perfil para un capitalista que dedica seis días de la semana a la acumulación de dinero y medio día a lavar su conciencia en la iglesia; que ejercita una extraña compasión (tan diferente a la solidaridad) que consiste en ayudar al mundo imponiéndole sus razones por las buenas o por las malas.

Aunque Jesús sea hoy el principal instrumento de los conservadores que se aferran al poder, todavía es difícil sostener que no fuera un revolucionario. Precisamente no murió por haber sido complaciente con el poder político de turno. El poder no mata ni tortura a sus adulones; los premia. Queda para los otros el premio mayor: la dignidad. Y creo que pocas figuras en la historia, sino ninguna otra, enseña más dignidad y compromiso con la humanidad toda que Jesús de Nazaret, a quien un día habrá que descolgar de la cruz.+ (PE)



Jorge Majfud, uruguayo, profesor en The University of Georgia.


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El diálogo difícil pero no imposible

De un tiempo acá se han intensificado los esfuerzos por darle una vuelta total a los postulados tradicionales de la fe. Y no tan sólo en el ámbito de la discusión doctrinal sino también, y eso es lo que me parece más importante, en el de la difusión. Bienvenidos sean todos esos esfuerzos, por más que a mi ver de poco sirven en el mundo presente. Intentaré explicarme.

Por supuesto que el mundo católico necesita librarse de esa teología trasnochada que ni de reojo se atreve a mirar por el catalejo de la ciencia como no sea con la oculta intención de reafirmarse. Pero tal como lo vemos desde fuera, salvo honrosas excepciones, ese mismo colectivo humano que parece esforzarse en ponerse al día sigue creyendo más en Cristo que en Jesús, y en éste más que en lo que dicen los evangelios que predicaba. La eucaristía sigue siendo el rito común de todos los católicos, pese a todas las discusiones teológicas sobre la presencia real o no del mismo Dios bajo las formas del vino y del pan, y el Padrenuestro su oración por excelencia, por más que se cuestione la oración de petición y se discuta sobre la credibilidad de un Dios providente. Unidad pues en el mundo católico, por más que con algunas diferencias de pensamiento que vistas desde fuera pocas cosas cambian. Y para garantizar que en realidad nada cambie, ahí tenemos la liturgia, esa gran muralla de contención que hay en el lado religioso justo al borde del abismo, la cual nadie que no se rinda ante la magia sacramental puede salvar.

El abismo entre el mundo religioso y el profano persiste pues aun a pesar de todos los matices de última hora. Dios, ese término ambiguo donde los haya, aparece por doquier a modo de comodín en el lenguaje. Unas veces como el origen de la vida, otros como un ser personal que ocupa un lugar principal en la mente de la persona creyente. Y en último término está la identidad de la persona, algo a lo que nadie puede renunciar, sea creyente o increyente. El diálogo se presenta, pues, muy difícil, y hay que andar con pies de plomo para no herir a nadie.

Tal vez lo mejor sea no intentar diálogo alguno. Que cada cual se quede donde está y haga a su aire su camino. Si se coincide, bien, y si no santas pascuas. Pero que nadie se llame a engaño, que tan santas no van a ser. El mundo está «patas arriba» (Eduardo Galeano) y va a hacer falta reunir todas las fuerzas posibles para lograr enderezarlo algún día. Por esto abrí un blog que titulé LA HORA DEL GRILLO y puse en él un pedido de aportaciones que sirviesen a la vez para las gentes creyentes y no creyentes, para aunar fuerzas. Pero bueno, se ve que unos y otros no somos capaces de renunciar a nuestro discurso apologético. Yo el primero.

Desde hace ya algún tiempo tengo guardado en una carpeta un escrito que titulé en un principio “Plegaria agnóstica” y luego retitulé como “Certezas del más allá”, y que finalmente guardé. No pensaba publicarlo en parte alguna justamente por esto que estoy diciendo, por el tono apologético que tiene, se mire como se mire. Pero lo haré mañana, hoy no, para no acaparar la página. Lo postearé en PLATAFORMA DE ENCUENTRO, este espacio que cada vez veo más inútil porque me siento cada día más incapacitado para entenderme con nadie que no sea por lo menos tan ateo como yo.

Entiendo que desde la óptica religiosa sea inaceptable la idea de estar viviendo en una nube, y esto ya es motivo suficiente para que pida yo disculpas ahora mismo por haber utilizado esa imagen. Pero lo que sí tengo por cierto es que poco o nada ofrece el catolicismo al mundo actual como no sea la posibilidad de aceptar su pensamiento religioso. Un pensamiento que no sirve hoy para nadie que no sea ya de antemano creyente.

Me duele en lo más hondo, y me parece que me va a seguir doliendo de por vida que el mundo católico no se plantee seriamente cómo llegar al corazón de las personas que están creciendo ahora, no para catequizarlas que es lo que hace o por lo menos intenta, sino para ayudarlas a crecer humanamente.

Y acabo ya. Acabo confesando que no me es fácil dialogar con personas creyentes. Tal vez porque es un diálogo difícil y yo no estoy capacitado para tanto, o tal vez porque es un diálogo punto menos que imposible, aunque espero que no. Como he dicho en diversas ocasiones, y concretamente en “Universo de burbujas”, kaos 14/7/2007, «los humanos vivimos encerrados en guetos, en gigantescas burbujas de seres afines que determinan mundos», un encierro que «nos aísla, que nos impide colaborar, o que incluso muchas veces nos enfrenta». Bueno, pues veremos qué pasa. Ahí está ese blog de LA HORA DEL GRILLO esperando aportes.

Luz, Gozo y Paz a todas y a todos.

Pepcastelló

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